Algunas veces nos encontramos con personas con las que chocamos. Hemos escuchado con frecuencia en nuestro entorno, incluso nosotros mismos hemos pronunciado estas palabras: “Esta persona me está haciendo la vida imposible”.
Aquí hemos de distinguir dos situaciones:
- Si la otra persona nos agrede ya sea física o psicológicamente, con insultos, etc. En este caso, debemos buscar ayuda externa y, salvo que haya sido una ocasión puntual y nos pida disculpas, alejarnos de esa persona y denunciar su conducta.
- Si las acciones de la otra persona, o sus palabras, nos molestan o perjudican. O, sencillamente, sentimos que nuestros caracteres son opuestos y chocamos. En este caso, puedes intentar algunas de las soluciones que relatamos a continuación.
Un ejercicio que yo recomiendo siempre es, una vez identificada la persona que nos molesta, sentarnos en casa en un momento de tranquilidad y tratar de empatizar con esa persona en nuestra imaginación. Tratar de entender qué pasa por su cabeza, por qué actúa como actúa. Una técnica que puede funcionarte es poner dos sillas enfrentadas, en una te sientas tú y en la otra imaginas a la otra persona. Le hablas como si fuese una situación real. Luego inviertes los papeles, te sientas en la otra silla y te contestas como si fueras él, desde su perspectiva.
Otra cosa que podemos probar con esa persona es cambiar la dinámica de nuestras interacciones con ella:
- Un día inesperado regalarle algo. Por ejemplo, hemos ido al pueblo este fin de semana y nos hemos acordado de ella, le traemos unos dulces.
- Invitarla a tomar café y tratar de sacar algún tema personal, suyo o nuestro, que nos haga más humanos. Hablarle de nuestros hijos, de nuestra familia o hobbies.
- Preparar un email respetuoso, donde relatamos cómo sentimos que nuestra relación no ha comenzado de la mejor manera posible pero estamos dispuestos a cambiar eso.
- Investigar sobre alguna persona conocida o gusto común en que podamos coincidir con ella y hacérselo saber. “Tú también conoces a fulanito, qué majo es…” o “A ti también te gusta el tenista Roger Federer…”, etc.
Estos choques de personalidades se producen, muchas veces, inconscientemente. Por eso, darse cuenta es el primer paso para resolverlos. Y cambiar la dinámica de la interacción, como decíamos, también funciona.
Al final, los dos somos personas. Cuanto más humano y personal te vea el otro, más le costará hacerte daño, sean cuales sean sus motivos. La práctica del Mindfulness, aceptación y compasión, también puede ayudarte a empatizar con los demás, pues todos compartimos mucho más de lo que nos diferencia.
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