Es una afición que muchas personas compartimos: La lectura. Quisiera compartir algunas consideraciones desde mi visión de psicólogo, aprovechando la feria del libro que se celebra estos días en Madrid.

Lo primero, agradecer a nuestra cultura el cultivo de la lectura como afición. Han tenido que transcurrir millones de años para que una especie como los humanos inventase la escritura. Y varios miles de años para que esta se hiciera extensible técnicamente a todos nosotros, en forma de libros transportables y accesibles. Detrás de un libro podemos ver, si miramos bien, muchas cosas: los árboles con cuya madera se han fabricado sus hojas, el campesino que los regó, los padres y el entorno del escritor que le educaron… Ahí podemos palpar una de las ideas que Mindfulness nos recuerda: La humanidad compartida; Son más las semejanzas entre cualesquiera dos personas que sus diferencias. Estamos sólidamente unidos entre todos.

Otra consideración que quería hacer es la de leer como hobby. Esto se lo debemos a la educación recibida de nuestros padres, familia, amigos, colegio. Pero la lectura la descubre uno mismo. Cuando se queda uno sólo frente a un libro y, en su soledad, en lugar de aburrimiento encuentra compañía. Saborear el placer de leer, con nuestra empatía puestos en el lugar del escritor, tratando de ver los paisajes como los vio él y entender a cada personaje del libro.

Se aprende mucho de la vida leyendo. Es lo que los psicólogos llamamos aprendizaje vicario, es decir, viendo a otros practicar la habilidad que se quiere aprender o viendo a otras personas cometer los errores que se pretenden evitar. ¡Cuántas veces nos habremos enamorado o habremos sufrido en carne ajena, haciendo propias las aventuras de los personajes de tantas novelas que nos han transportado a ambientes tan distintos!

Leer un libro es muy distinto a ver una película. La película sería como un resumen de una historia, con muchas características masticadas para que nosotros no tengamos más que tragarlas. En un libro, sin embargo, queda mucha tarea para el lector y su imaginación. Debe el lector recrear los personajes, ponerles cara. Recrear los paisajes y ambientes e incluso recrear  en su propio cuerpo  las sensaciones y emociones que sienten los personajes. En un libro participa mucho más nuestra inteligencia, somos mucho más activos que viendo una película o una serie de televisión. Tenemos más tiempo para analizar los acontecimientos leídos y marcamos nosotros el ritmo de la lectura.

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