Muchos padres se enfrentan a la situación en que el rendimiento escolar de sus hijos no es el adecuado según la normativa y cánones establecidos y esto repercute en la forma que actualmente tenemos de medir el progreso académico de los escolares: las notas.
Una de las situaciones más exasperantes se da cuando el tutor de nuestros hijos nos cita para hablar del rendimiento académico del niño y nos dice: ‘podría sacar mejores notas’ suele ir seguido por la coletilla de: ‘si se esforzara más…’, ‘si prestara más atención en clase…’, etc.
Y la califico de exasperante por dos motivos:
- Uno se pregunta: ¿por qué me dice esto? ¿qué puedo hacer yo al respecto? Aunque en casa pueda ayudarle e intentar que se esfuerce ¿cómo hago para que preste atención en clase? ¿no es una tarea del profesor?
- Por otro lado implícitamente indica que el niño realmente no saca mejores notas porque no quiere (no se esfuerza, no le interesa, etc.).
Bajo mi punto de vista, la realidad puede ser muy distinta y distinguiría dos tipos de situaciones:
- Situaciones temporales atribuibles a una causa más o menos conocida del entorno familiar, escolar o de amistades del niño que hace que, de forma temporal, su rendimiento académico empeore. Ejemplos de estas situaciones pueden ser: un cambio de domicilio, de colegio, problemas con compañeros de clase e incluso periodos evolutivos como la entrada en la adolescencia. Estos casos se han de abordar desde el análisis y mitigación de la causa raíz cuya consecuencia (una de ellas) es el bajo rendimiento escolar.
- Situaciones recurrentes en el tiempo sin causa externa atribuible. En estos casos, la realidad es que, exceptuando casos clínicos diagnosticados de mayor o menor gravedad (retraso cognitivo, dislexia o trastornos de déficit de atención con hiperactividad), el resto que suelen ser la mayoría no reciben un diagnóstico claro (más allá del ‘no se esfuerza lo suficiente’) y por tanto tampoco un tratamiento específico.
En este sentido, es necesario saber que muchos problemas de aprendizaje, lenguaje (verbal y escrito), lectura, escritura, cálculo y razonamiento matemático tienen una base genética heredada y una notable influencia de factores ambientales que predisponen al niño y que pueden ser el origen de esas malas notas.
Además el tratamiento temprano con programas de refuerzo adecuados es esencial para lograr resultados satisfactorios, y no sólo en el ámbito académico y por tanto posteriormente laboral sino hay que tener en cuenta que muchos problemas de aprendizaje, lectura, comprensión verbal generan a su vez aislamiento, rechazo y dificultades de relación social para los escolares que los padecen y por tanto posibles problemas posteriores en su desarrollo social y mental.
Por tanto, cuando un profesor nos diga: ‘podría sacar mejores notas’ reflexionemos y busquemos la ayuda de un especialista en neuropsicología infantil para ayudar a nuestro hijo a sacarlas, en lugar de resignarnos y pensar que no lo hace ‘porque no quiere’.
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