El miedo es una reacción natural a situaciones de peligro que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de la evolución de nuestra especie. No sólo nuestra especie sino que el resto de especies animales evolutivamente avanzadas también experimentan esta sensación ante situaciones que suponen un riesgo para su vida.
El miedo es una reacción primaria y como tal difícilmente controlable, activa nuestro organismo de forma involuntaria provocando cambios en la tensión arterial, ritmo cardíaco, tonicidad en los músculos, dilatación de pupilas para mejorar la percepción visual y todo ello con un fin: prepararnos para una posible huida o afrontamiento del peligro según la situación.
Por tanto lo primero que hay que tener en cuenta es que el miedo tiene una función importante y que es una reacción normal y adaptativa.
Sin embargo el miedo no es tan adaptativo cuando lo experimentamos ante situaciones que no son de peligro real o cuando anticipamos en nuestra mente y de forma constante posibles situaciones de peligro con baja probabilidad de que sucedan. En estos casos, experimentamos todas las sensaciones ligadas a este estado sin que realmente necesitemos estar alerta.
Además si la situación se perpetúa, el coste físico y mental es excesivo. Nadie puede estar alerta de forma casi permanente, esto conlleva un desgaste considerable y además nos impide percibir y disfrutar de otro tipo de sensaciones. Estas situaciones de miedo prolongadas, nos hacen reaccionar con aversión al mismo y comenzamos a tener ‘miedo de tener miedo’. En nuestro intento de mitigarlo solemos huir o ignorar la situación que nos provoca miedo y las consecuencias son aún peores.
Por ello una de las formas más efectivas de solucionar esta problemática es hacer frente al miedo (no real) exponiéndonos de forma progresiva al mismo: comenzando por imaginar de forma reiterada estas situaciones y aceptándolas poco a poco para continuar analizándolas y llegar a la conclusión de que no son situaciones reales que exijan que estemos en este estado de alerta. Huir de nuestros miedos sólo contribuye a incrementarlos.
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