En terapia nos encontramos con padres que vienen preocupados por el comportamiento de sus hijos, el cual, en un corto periodo de tiempo, ha cambiado totalmente. Además, los padres nos informan de que no ha ocurrido nada significativo recientemente para justificar ese cambio. Entonces, ¿qué ocurre?
Cuando indagamos un poco más en la historia del menor y sobre todo, en la historia de su entorno, encontramos que el menor ha pasado por determinadas situaciones que le han afectado emocionalmente y por eso su comportamiento ha cambiado. Hay que tener en cuenta que los niños no gestionan los cambios de igual modo que los adultos y que un pequeño cambio desde los ojos de los progenitores puede ser un cambio enorme a ojos del niño. Por ejemplo, un cambio de clase en el colegio, una nueva actividad extraescolar, etc. son situaciones que generan estrés en el menor ante la incertidumbre de lo que va a encontrarse.
Lógicamente cuando se va a producir un cambio, los padres le mencionan al menor el motivo del cambio, pero muchas veces el motivo del cambio que para los padres tiene un significado o un valor determinado, para el menor no lo tiene.
Además, en torno a los 4 años los niños tienen miedo a los cambios. Es un miedo evolutivo que como los demás pasarán, pero es importante que en torno a esta edad, dentro de lo posible se produzcan los mínimos cambios en los menores. Los cambios pueden ser positivos pero es la incertidumbre ante una situación novedosa que no se sabe cómo va a ser y no se sabe gestionar, lo que puede provocar una alteración en el menor que se manifestará por comportamientos disruptivos.
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