Aunque nos resistamos a ello, todos nos proponemos nuevos retos cada vez que el año llega a su fin. Algunos de estos propósitos simplemente son propósitos de año que vamos posponiendo: ‘total ya a estas alturas no merece la pena empezar, ‘mejor Año Nuevo, vida nueva’. Otros simplemente son aquellos que de forma reiterada nos hemos propuesto en años anteriores: ‘Esta vez es la definitiva’, ‘Este año lo voy a conseguir’.
Y de forma irremediable, la mayoría de las veces, a las semanas o incluso días después de intentar poner en marcha nuestros planes y dedicar toda nuestra energía y motivación al esfuerzo que supone, llega la ‘primera baja’, la primera vez que no podemos o no queremos seguir y abandonamos. Realmente no pasaría nada grave, si a este hecho no le acompaña un sentimiento de frustración que nos hace infelices y un pelín fracasados.
Y ese momento en que fallamos por primera vez es la clave. Pensemos por un momento qué importancia tiene esa ‘primera baja’. ¿Por qué no podemos volverlo a intentar? ¿Es que haber abandonado momentáneamente ha de significar que no podemos seguir y es una renuncia definitiva? ¿O es que intentarlo en el mes de Febrero tiene menos valor que hacerlo a principios de año?
Y llevado al extremo, ¿qué ocurre si fallamos una tercera vez, una cuarta, o incluso muchas más? Al menos todas las veces que lo hayamos hecho son más que dejarlo todo hasta el próximo año.
Creo que lo importante no es las veces que dejamos de hacer algo que nos hemos propuesto sino las veces que nos lo proponemos y las que los conseguimos.
Un fumador que intenta dejar de fumar 12 veces en un año y cada vez está una semana sin fumar, ha conseguido no fumar 84 días. Una persona que intenta hacer dieta tres veces al año (a principios de año, al llegar el buen tiempo y después del verano) seguro que ha conseguido mantener su peso o al menos no engordar más que quien ha abandonado su propósito en el mes de Enero.
Y lo más importante, no es de ninguna forma un fracaso, es un gran triunfo cada vez que lo hemos conseguido y mucho más cada vez que lo hemos intentado.
La constancia es una utopía, la persistencia está al alcance de todos.