Las sociedades avanzadas hace ya algunos años que institucional y legalmente, desaprueban e incluso condenan cualquier manifestación de racismo. Esto es incuestionable, al menos para la mayoría de ellas. Sin embargo, el hecho de que el racismo esté desaprobado legal y socialmente no significa necesariamente que esté erradicado.
Asistimos diariamente a lo que se denomina ‘estigmatización sutil’, frente a la ‘estigmatización manifiesta’ que acontecía hace algunos años. Si a cualquiera de nosotros nos preguntasen abiertamente si nos consideramos racistas, la mayoría de nosotros contestaríamos rotundamente que no, y nunca nos implicaríamos en actos o manifestaciones claras y públicas de racismo (‘estigmatización manifiesta’). Sin embargo, hemos de admitir que en el ámbito privado, sentimos temor e incluso rechazo frente a cierto tipo de minorías raciales y que pensamientos como: ‘los inmigrantes sin papeles ni trabajo están empeorando la convivencia en mi ciudad’ no nos son ajenos (‘estigmatización sutil’).
La cuestión es porqué si todos estamos tan convencidos de no ser racistas de forma declarada y general, seguimos teniendo estos prejuicios hacia diversas etnias. Lo primero, como siempre es reconocerlo a nivel individual, darnos cuenta que realmente es así y no conformarnos con la ‘etiqueta’ de no racistas que se supone debemos tener. En segundo lugar, las causas son múltiples y conviene analizarlas en todos los ámbitos:
- A nivel individual, en general, los grupos de personas que nos son ajenas, nos provocan desconfianza y esto puede evolucionar en temor. Es un mecanismo natural de autoprotección y de protección al grupo al que pertenecemos (sociedad, ciudad, etc.). Lo que no es tan natural es dejarse guiar por estos ‘prejuicios’ para generalizar una idea de temor o rechazo a todas las personas que incluimos en estas etnias.
- A nivel colectivo o de grupo, existe un comportamiento natural también pero sesgado a favor del grupo al que pertenecemos, de forma que siempre vemos de forma más favorable a nuestro grupo que a los ajenos. Esta forma de ver nuestro grupo, nos ayuda a valorarnos como miembros del mismo y a sentir cierta seguridad y orgullo de pertenecer a él. Si a esto le sumamos las denominadas ‘ideas de suma cero’ (los recursos económicos, sociales etc. son limitados y compartirlos con otros grupos significa que el nuestro propio puede obtener menos cantidad), el rechazo está prácticamente asegurado.
- A nivel social, hay que afirmar que la exclusión social existe, y que diversas etnias se ven apartados de un conjunto de derechos de carácter político, laboral, económico, etc. propios del ‘Estado de Bienestar’. Así mismo, los medios y las clases políticas, a menudo hacen uso de la categorización de grupos para hacer saliente estas diferencias (recordemos el discurso del presidente Bush tras los atentados del 11-S dónde mencionaba las etnias que formaban parte del ‘Eje del Mal’).
Por tanto, el racismo no podrá ser erradicado totalmente de nuestra sociedad hasta que cada uno a nivel individual y desde las instituciones no tomemos consciencia en primer lugar de su existencia y posteriormente pongamos los medios adecuados para mitigar los efectos mencionados.
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