Antes de las vacaciones estivales que nos hemos tomado en nuestro blog, escribí un post sobre la resiliencia y, hoy, os traigo un ejemplo que estuvo muy visible al principio del verano.
Se celebró el Mundial de Futbol en Rusia, donde ganó Francia pero la gran sorpresa fue la selección de Croacia. Todos conocemos Croacia como un país, más bien pequeño, que surgió tras la guerra de los Balcanes allá por los años 90 y, por tanto, muchos Croatas tuvieron que emigrar para sobrevivir ante la cruda guerra que se desarrolló.
Durante el Mundial de Fútbol y la buena labor realizada por la selección Croata, empezaron a aparecer multitud de reportajes en los medios de comunicación sobre cada uno de los jugadores, que a día de hoy sabemos quiénes son y hasta en que otros equipos de fútbol han jugado, pero no sabíamos absolutamente nada de que habían sido hijos de esa guerra.
Cada uno de los jugadores tiene su historia particular, aunque todas son consecuencia de la misma circunstancia y de períodos de migración. De la noche a la mañana perdieron todo, vieron morir a familiares, fueron deportados de otros países porque no eran bien recibidos y demás hechos que a cualquier persona le habría marcado. A ellos, lógicamente, también, pero en vez de quedarse en eso y continuar sufriendo por el recuerdo, decidieron continuar con su vida. Dedicarse a algo tan simple como dar patadas a un balón, a ser el mejor en eso, a jugar equipos de otros países, hasta llegar a la selección de este año del mundial.
No ganaron, quedaron segundos, y cuando les dieron las medallas se veía en ellos una mirada de derrota total. Querían ganar el mundial, querían demostrar al mundo que siendo esos niños de esa guerra habían llegado a ganar a un mundial, mediante sudor y mucho sufrimiento. A mí, personalmente, me hubiese gustado que ganaran, pero su segundo lugar no es en absoluto una derrota. Ellos han ganado mucho más, quizás no son conscientes, pero son un ejemplo viviente de que ante la adversidad, con dedicación y esmero, se pueden conseguir grandes logros.
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