No podemos decir que la tecnología es mala, pero sí recomendar tener cuidado con su uso. Cada vez las cosas son más fáciles y más rápidas, lo que es de agradecer porque muchas veces es necesario, pero abandonar la tareas tradicionales tal vez nos pueda pasar factura sin que nos demos cuenta.

¿En qué no debemos abusar? Por ejemplo…

  • Nuestras compras. Cada vez compramos más online, lo cual es fenomenal porque te ahorra tiempo y esfuerzo. Pero es bueno de vez en cuando salir a comprar físicamente, no porque sea estrictamente necesario, sino porque ejercitas la mente y los sentidos, incluso el cuerpo: te mueves porque tienes que trasladarte, tocas las cosas, las hueles, las pruebas, estás en contacto con más personas…
  • Los teléfonos móviles. Obviamente ya no memorizamos teléfonos como antes, pero es que hemos llegado a tal punto que un teléfono puede reconocer la voz y escribir por ti en la pantalla… Tratar de vez en cuando de hacer un equilibrio.
  • Las fotografías, casi todos tenemos acceso a una cámara (porque los móviles ya la traen). A veces con el ansia de guardar todos los recuerdos posibles, nos perdemos momentos dignos de disfrutar. Al final, con el tiempo, si no hemos hecho fotos, seguro que no somos capaces de recordar esos momentos con facilidad y detalle.
  • Las contraseñas. ¡Tenemos contraseñas para todo! A veces lo que hacemos muchas veces es, por facilitar las cosas, guardarlas y acceder de forma automática a los sitios. No hacemos el mínimo esfuerzo por memorizar ese dato, y a veces ni de escribirlo en ningún lugar. Llegan entonces los olvidos. Sería bueno en algunos casos, por ejemplo a los correos, siempre teclear las contraseñas para ejercitar la memoria.

Son solo unos pocos ejemplos de muchos. Es cuestión ahora de analizar cómo hacemos las cosas, y buscar un equilibrio.

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