Los padres siempre decimos: lo rompe todo, todo lo que toca se cae. No solemos pararnos a pensar que esto puede ser parte del aprendizaje de un niño. No se nos pasa por la cabeza, nos imaginamos constantemente que eso es destrucción, no construcción.

Pero en realidad, quitando algún episodio de ira que pueda llevar a un niño a lanzar un objeto, o arrugar un papel, los niños sienten ciertas necesidades, o curiosidad también podemos llamarlo, de ver cómo reaccionan las cosas ante determinadas acciones: ¿Qué pasa si tiro este vaso de agua? ¿Cuánto tarda en caer esta planta? ¿Cómo suena este papel si lo arranco del libro? ¿Cómo pinta este color en esta mesa? ¿Este adorno redondo, rebotará como una pelota?… en fin, una serie de experimentos como cualquier científico… adquieren nuevas informaciones y habilidades, conocen mejor el mundo que les rodea. Esto lo hacemos desde que nacemos, los bebés comienzan su aprendizaje llevándose todo a la boca y saboreándolo.

Luego en edades más avanzadas, en lugar de tirar y romper cosas de manera descontrolada, ya comenzamos a desarmar y modificar cosas: quitamos las partes desmontables de los muñecos, les cortamos el pelo, desarmamos cochecitos para ver cómo funcionan y qué mecanismos tienen… muchas veces los dejamos sin arreglo.

¿Entonces debemos dejarlos que destruyan todo?

Es cierto que todo lo anterior es un comportamiento que favorece el correcto desarrollo de los niños, pero no debemos dejar de ciertas situaciones se salgan de control, ya que puede desencadenar algún comportamiento agresivo en el futuro o poner en peligro al niño y a quienes le rodean.

Entonces es una buena oportunidad para empezar a marcar límites a sus acciones, debemos dejar claro con qué se puede jugar y con qué no. Por ejemplo: las paredes no se manchan, el agua no se derrama en el suelo, no se lanzas cosas de cristal… siempre explicando las consecuencias que dichas acciones pueden traer: luego no podremos quitar la pintura de la pared, si hay agua en el suelo nos podemos caer y hacernos daño, si lanzas esta taza habrá cristales que nos pueden herir…

Otra recomendación es proporcionarles la experimentación, con juguetes apilables o encajables con son pequeños por ejemplo, y estar allí con ellos descubriendo cosas que se pueden hacer, que experimenten con cajas de cartón, papeles de regalo viejos. Invitarles a ayudarnos en tareas diarias o puntuales también puede servir de mucho (cocinar y que toquen las texturas de las cosas, a montar algún mueble y que ellos clasifiquen las piezas….). Siempre marcando ciertos límites y poniendo cuidado en algún peligro al que puedan estar expuestos.

Es bueno observar también de qué forma destruye las cosas para interpretar en la medida de lo posible la intención en ese momento: si es por observar, por llamar la atención, por descargar ira…

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