La autoestima o percepción evaluativa que tenemos de nosotros mismos es un concepto que se considera indispensable desarrollar, mejorar y difundir como condición indispensable para el bienestar, el éxito personal y profesional y en definitiva, para alcanzar la felicidad plena.
Pero ¿realmente sabemos qué es la autoestima y en qué se basa? El concepto que las sociedades occidentales entienden generalmente como autoestima tiene un matiz de confianza en uno mismo y valoración personal. Ahondemos en estos dos aspectos y vemos realmente de qué depende la confianza que tenemos en nosotros mismos y el resultado de nuestras valoraciones:
Por un lado, la confianza en nosotros mismos nunca es un concepto totalmente individual, es decir, dependemos nos guste o no, de la valoración y aceptación de los que nos rodean para generar esa autoconfianza. El hombre es un ser eminentemente social, que necesita desarrollar su apego hacia las personas próximas y sentirse acogido por ellas. Múltiples estudios demuestran que cuando esta situación no se produce y la persona recibe rechazo u ostracismo por parte de las personas de su entorno, su autoestima se ve seriamente afectada. Por tanto, para desarrollar esta autoestima quizás debamos focalizarnos en desarrollar habilidades sociales que nos permiten relacionarnos de forma adecuada con nuestros semejantes, más que limitarnos a autoconvecernos de lo ‘buenos que somos’ independientemente de nuestros actos y sus consecuencias.
Por otro lado, valorar implica comparar y si se trata de valorarnos positivamente, necesariamente tenemos que llegar a la conclusión de que somos mejores que los demás. Este ejercicio es peligroso, pues salvo que nos ceguemos completamente, comprobaremos que nunca podremos ser los mejores en todo o más bien en casi nada. La pregunta es ¿realmente hace falta ser los mejores para valorarnos? ¿no es más sensato aceptarnos tal y como somos potenciando nuestras virtudes e intentando mejorar nuestros defectos?. Y es que únicamente cuando aceptamos una realidad podemos empezar a cambiarla, tenemos ejemplos múltiples en la vida real: por ejemplo, hasta que uno no es consciente de que existe un problema (lo acepta), no puede empezar a pensar en su solución. Lo mismo ocurre con nosotros mismos, hasta que uno no se acepta a sí mismo como es y se valora de esta forma, no puede emprender el camino hacia la mejora.
En resumen, fomentemos nuestra autoestima desde fuera mediante nuestra relación con las personas que nos importan y desde dentro mediante la aceptación de lo que somos, sólo de esta forma lograremos ese bienestar y esa tranquilidad que nos permitirá alcanzar nuestros objetivos.
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