Acabo de leer, con muchísimo gusto y disfrute, el libro “Sapiens” de Yuval Noah Harari. Hay una idea que me ha encantado y sobre la que quiero reflexionar. En opinión de dicho autor, la verdadera revolución de los humanos, cuando comenzó su crecimiento exponencial hasta cotas que se superan cada siglo, ha sido a partir de reconocer la ignorancia, acerca de la mayoría de las cosas.
Obviamente la ciencia ha avanzado muchísimo en los últimos siglos. Pero podría decirse que, más que gracias a los conocimientos ya adquiridos, el avance se ha producido cuando realmente las respuestas que teníamos a los principales problemas dejaron de satisfacernos y nos preguntamos qué hay detrás, asumiendo que las teorías que se manejaban eran erróneas y refinando o perfeccionando las explicaciones para que englobasen y diesen razón, cada vez, de más fenómenos y experiencia antes no explicadas.
Como dice un prestigioso psiquiatra y psicoterapeuta, José Luis Marín, mi maestro, “Todas las teorías son falsas. Algunas son útiles”. Algunas teorías explicativas de la realidad tienen la virtud de que, además de ser falsas, son útiles para predecir otros eventos. Es así como ha avanzado la ingeniería, basándose en la física de Newton, cuyas ideas y principios ya se han mejorado y refutado mediante la física cuántica, pero que, mientras tanto, han servido para diseñar multitud de inventos y tecnología, que han hecho avanzar el mundo.
Antiguamente, al comenzar la historia de los hombres, las explicaciones eran mitos que no se cuestionaban dentro de cada grupo humano. Si había que ofrecer sacrificios, comida, vidas, bienes al dios Ra, para que hubiese buenas cosechas, pues se hacía sin cuestionar; tal dios existía y punto, esa era la explicación de la prosperidad de los pueblos. Cuando ocurrían desgracias, se atribuían a castigos de los dioses a los humanos, por sus errores.
Cuando por fin los humanos se hicieron conscientes de su ignorancia, de que no sabían por qué sucedían las cosas pero las explicaciones dogmáticas existentes no les satisfacían, la humanidad comenzó a dominar el planeta, buscando explicaciones más prácticas, pero flexibles y no dogmáticas.
Si la muerte de una persona por peste negra, se atribuye a un castigo de los dioses, todos los sabios contentos con la explicación, pero no se encontrará la causa real, la cura y la extinción de tal enfermedad.
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