¿Te quedas solo con lo negativo que te sucede? ¿Reparas únicamente en las notas malas que obtienes o que les ponen a tus hijos? Cuando te elogian, ¿te quitas valor y dices “no tiene importancia”? Si tu pareja hace algo que no te gusta, ¿le demonizas y descalificas toda su conducta positiva anterior, de años?
Te sucede algo que está muy estudiado por los psicólogos, le llamamos “abstracción selectiva” o dicho en palabras sencillas, filtro mental o gafas oscuras.
Pienso que prácticamente todos nosotros, en alguna ocasión, nos hemos dejado llevar por esta forma de pensar. Por poner un ejemplo bastante conocido: cuando nos enamoramos de una persona, muchos de nosotros pasamos una época, más o menos larga, en que esa persona ocupa nuestra mente y todo lo analizamos en base a ese filtro: visualizamos nuestro futuro con ella, nuestro trabajo lo pensamos compatible con estar siempre con ella… De pronto todo lo vemos factible, solo con estar con ella pensamos que podemos afrontar el resto de problemas que nos puedan suceder, que por el momento pierden su dificultad y disminuye mucho nuestra percepción de la probabilidad de que sucedan desgracias.
Este optimismo exacerbado, cuando es compartido con la otra persona, ha llevado a bonitas y románticas historias de amor, generalmente con un final inesperado y no tan idílico ni feliz.
Cuando el filtro mental es propenso a solo contemplar lo negativo, es como si tuviésemos siempre puestas unas gafas muy oscuras, que nos hacen ver todo negro, aunque no lo sean realmente para quienes no tienen las gafas. Esto nos va llevando a la depresión, pues sólo atendemos y magnificamos aquello malo que nos sucede. Las personas a nuestro alrededor se cansan de estar con alguien tan pesimista, nos vamos quedando solos y nosotros mismos vamos prescindiendo de casi todos nuestros amigos/familiares al ver sólo los actos malos que nos han hecho.
Si el filtro mental es, al contrario, sólo propenso a contemplar lo positivo, es muy posible que a lo largo de la vida, pequemos de un optimismo exagerado, lo que puede llevarnos a perder nuestro dinero en negocios arriesgados o a ponernos en peligro ante situaciones delicadas o con personas con malas intenciones, nosotros solo veremos el lado bueno…
Como siempre, lo mejor es estar en el justo medio; cuando estos modos de pensar se convierten en habituales, constituyen un esquema estable y forman en cierta medida tu personalidad: pueden hacerte daño. Consulta con tu psicólogo de confianza si te sientes así.
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