Muchas de nuestras decepciones, sentimientos de tristeza e incluso depresiones se basan en el principio universal de que el ser humano, por naturaleza, es auto acusatorio y esto conlleva ansiedad, confusión, insatisfacción y sufrimiento.
En la analogía de un juicio, cada uno de nosotros contamos con un eficiente ‘fiscal interior’ que nos somete constantemente a autoacusaciones basadas en ‘verdades universales’ que hemos creado nosotros mismos. Los argumentos de este fiscal interior rara vez son cuestionados o sometidos a análisis, es decir, es un juicio en el que siempre resultamos culpables.
Sin embargo, para que un juicio sea justo es necesario otra figura: la del ‘abogado defensor interior’, que pueda contraargumentar estas verdades universales que nos acusan y exigir que se aporten evidencias o pruebas para considerarlas válidas. Además, en muchos juicios existe un ‘jurado popular de referencia’ que tiene sus propias opiniones al respecto de las acusaciones y argumentos que tanto fiscal como defensor exponen.
Si todo esto nos resulta tan obvio desde el punto de vista jurídico, lo sorprendente es que la mayoría de los seres humanos se resignen a contar únicamente con el ‘fiscal interior’ sin fomentar la figura del ‘abogado defensor interior’ y sin contrastar con otras personas y sus experiencias esas acusaciones.
Cada juicio, incluidos los interiores, tienen un argumentario distinto, pero hay tres preguntas universales que el ‘abogado interior’ ha de hacer siempre: ¿qué evidencias tengo acerca de la validez de mis creencias? ¿me proporciona alguna ventaja pensar de esta forma? ¿qué situaciones observadas o directamente transmitidas por otras personas corroboran que siempre es válido mi juicio de valor?
Con el tiempo y la práctica, como en la abogacía de la vida real, nuestro ‘abogado interior’ irá adquiriendo experiencia y le resultará más fácil y rápido contraargumentar las acusaciones del ‘fiscal interior’, se irá dotando de estrategias adicionales cada vez más elaboradas y conseguirá la simpatía del jurado popular, es decir, ganará muchos más juicios. Esto sin duda, repercutirá en nuestro bienestar emocional y evitará muchos trastornos y enfermedades mentales que tanto sufrimiento nos causan.
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