No sé si habíais leído alguna vez esta frase, yo la escuché hace unos días a una amiga y me tuvo pensando bastante rato, de forma que quisiera compartir aquí mis reflexiones al respecto, desde mi mente de psicólogo.
“Todo es difícil hasta que es fácil”
Si os fijáis, muchas de las cosas que hacemos en nuestra vida cotidiana nos salen casi solas, de forma prácticamente automática. Sin embargo, son cosas muy elaboradas y difíciles, si nos paramos a pensarlas. Por ejemplo: comer; Desde ir a buscar los ingredientes (localizarlos todos sería muy difícil si no fuera por las tiendas); Mezclar y cocinar los ingredientes parece una tarea sencilla pero no lo es en absoluto, daos cuenta de que, sin fuego, no sabríamos cómo hacerlo. Después, el rito de la comida, con sus múltiples utensilios, el orden de cada plato, la masticación y deglución. Pensemos que los bebés tardan bastante tiempo en aprender todo esto. Y eso que a nosotros nos lo han transmitido nuestros antepasados, de padres a hijos, no tenemos que inventar prácticamente nada.
Otro ejemplo que seguro que te ha sucedido: ¿Sabes conducir? Si ya lo haces desde hace años, seguro que dices que conducir es una habilidad sencilla, ni siquiera reparas en ella ni la valoras. Pero, si aún no has aprendido a conducir un coche, el día que te planteas aprender te parece todo un mundo… “¡Esto es muy difícil!, ¡Cómo es posible que hasta mi abuela condujera…!”
Los idiomas: Cuando uno se plantea aprender un nuevo idioma con una cierta edad, generalmente se pregunta cómo será capaz de utilizar, algún día, tantas palabras nuevas para comunicarse con otros…
Como veis, son actividades que a muchísima gente le parecen fáciles, porque ya las saben hacer, pero al profano y neófito le parecen imposibles, y más difícil aún sin ayuda de otros.
Cuando viene un nuevo paciente a verme, a ver a un psicólogo que le ayude, generalmente trae un problema (o varios) que se le ha atragantado y no sabe por dónde entrar a atacarlo. La mayoría de las veces no saben ni definir cuál es dicho problema. Pero les causa un intenso malestar. Este malestar suele ser debido ante la indefensión, que proviene de pensar que uno no es capaz de salir de su situación, de abordar un cambio para sentirse bien.
Juntos, el paciente y yo, vamos descubriendo el problema, ser consciente de que lo tienes, aunque parezca insuperable, es un primer paso. Después vamos analizando y explorando sus soluciones. Recuerda: “Todo es difícil hasta que es fácil”.
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